Friday, October 30, 2009

El Conserje

De oficio conserje en un edificio de departamentos ubicado frente a un parque, un hombre se dirige al mismo, buscando un poco de descanso en su ajetreada e infructuosa labor. Pues es verdad que pese a que se dedique siempre a la limpieza y al orden de su edificio, este nunca acabará de estarlo, y el sueldo o recompensa que recibe no vale lo que trabaja.

En fin, se encuentra sin dinero, y en el mundo de hoy, la falta de dinero casi significa la anulación de uno como persona. Y no puede encontrar consuelo en que al menos su labor es reconocida o recompensada, puesto que su trabajo lo podría hacer cualquiera, es un trabajo en automático, el hombre se convierte simplemente en un autómata.

Las ventajas de ser autómata es que el serlo impide pensar, y el no pensar ayuda a sobrellevar la dureza de la existencia. Pues nuestro personaje se encuentra ahora en el descanso, el horrible descanso que lo obliga a detenerse y sí, lamentablemente a pensar.

Camina en el parque, sin dinero y pensando. Mala combinación de situaciones. Porque también es verdad que el tener dinero también ayuda a no pensar. Porque el pensar es tormento.

Y es curioso, aunque un parque de fraccionamiento esté lleno de niños jugando, de adolescentes en bicicleta, de ancianos sentados en una banca tomando el sol, estos parques son tan extensos y silenciosos que siguen transmitiendo la sensación de soledad, y esta Chole no es la amigable.

Sin dinero y con un trabajo infructuoso, y en el descanso. Yo diría que para nuestro personaje los minutos del descanso se convierten en horas.

No dinero equivale a no comida. Pero eso ya no es preocupante. Finalmente estas situaciones son pasajeras. Y es solo una rachita. Eventualmente vendrán tiempos mejores. Tal vez un mejor trabajo, un mejor empleo o un cambio de rutina aliviarán la situación. Mientras tanto, sigue pensando en el parque.