Saturday, August 18, 2012

El Naranjo o los círculos del tiempo.




La creación literaria como  forma de completar y complementar a la historia.  Esa es la premisa con la cual crea Carlos Fuentes su libro de cuentos El Naranjo o los círculos del tiempo. Cinco historias en apariencia sin relación entre ellas, teniendo como único eje  de cohesión la omnipresencia de l árbol oriental que da nombre  a la antología.
Fuentes (como muchos de nosotros) tiene como una de sus principales preocupaciones  personales al problema del tiempo,  esa condición de la existencia en la cual vivimos inmersos, que en  nuestras vidas percibimos como algo lineal, progresivo e irreversible. Algo que igualmente parece que existe fuera de nosotros y que es sumamente difícil de definir.
Los grandes hombres han explicado al tiempo  como la sucesión, como el tránsito de un lugar a otro o de una cantidad a otra. Lo que define al tiempo es el cambio. Lo que antes era ya no lo es más y cuando esto sucede decimos que ha transcurrido el tiempo. El ser que permanece inmóvil, es un ser por el cual el tiempo no pasa.
Si sucediera que nosotros los hombres pudiéramos experimentar el tiempo sin fin, que fuéramos inmortales y presenciáramos y viviéramos evento tras evento hasta la eternidad,, es decir, que se nos concediera la eternidad, el tiempo mismo dejaría de preocuparnos, dejaríamos de darle la importancia que actualmente le damos.
En el relato El Inmortal, Jorge Luis Borges relata como un centurión romano, en compañía de una comitiva va en búsqueda de la fuente de la eterna juventud, que provee de inmortalidad a quien bebe de sus aguas. Los soldados romanos, ambiciosos, creen ver (como en realidad todos nosotros)  en la no –muerte una bendición, un instrumento de superioridad.  Al final  solo uno sobrevive y se encuentra con una ciudad de salvajes, que se revuelcan en el lodo, que son incapaces de  articular palabra alguna. El centurión bebe de las aguas  y descubre que esos salvajes son los inmortales.  Con terror se da cuenta que la inmortalidad es en realidad una maldición.
Pero sucede que  los  hombres somos efímeros, y que se nos ha dado la conciencia de que tenemos el tiempo contado, que en cualquier momento podemos dejar de percibirlo y con ello, dejar de existir.  Nace dentro de nosotros la angustia de que cualquier momento en nuestras vidas puede ser el últimos.
El tiempo (nuestro tiempo) también nos define. Puesto que no somos  los mismos siempre, pues en ese caso el tiempo no existiría en nosotros, somos cambio, devenir. Se hace necesario que podamos explicarnos, que podamos identificarnos nosotros mismos, que nos podamos diferenciar de lo demás y de los demás. Luego, nosotros nos identificamos, nos realizamos en nuestro pasado, puesto que nosotros como existentes somos la suma de todos nuestros actos pasados. El pasado nos define, nuestra historia nos define.
Igualmente la historia de nuestros pueblos, de nuestras sociedades nos explican.  El pasado de nuestras naciones  son nuestro pasado.  Pero somos incapaces de aprehender directamente el pasado. Es imposible que vivamos el pasado, somos seres atrapados en un presente eterno. Como Fuentes dijera, nuestro pasado es recuerdo y nuestro futuro es  proyecto. Sin embargo, Carlos Fuentes dio un paso más allá. El pretendió que puesto que no podemos aprehender el pasado directamente sino únicamente en meros recuerdos, y que estos se diluyen y deforman con el tiempo, era necesario reimaginar, reinventar nuestro pasado. Según él,  inventar el pasado es la mejor manera de reconocernos, de construir nuestra identidad.
Y así lo hace en el Naranjo. Valiéndose de cuatro eventos puntuales y decisivos en la historia de los pueblos que hablan castellano y de una historia completamente imaginada, Fuentes hace una referencia constante a la circularidad del tiempo, al tiempo cíclico.  Inventa y a la vez recrea las historias. Realidad y poesía se funden, como bien lo expresara el doctor Sergio Armendáriz a lo largo del curso. 
Tengo un miedo terrible al tiempo, lo considero mi enemigo. Su calidad de irreversible es algo que aterra a cualquiera, uno debe medir bien sus actos, no vaya a equivocarlos. El hecho de que nuestro tiempo sea finito también obliga a apretar el paso, a hacer todo lo que sea posible haceer. No hay tiempo para descansar pues un día habremos de dejar de ser.

No comments: