Tuesday, September 11, 2012

La actitud ética después de la Edad Media


Abstract:
En el presente ensayo se presenta un breve esbozo de la ética como un humanismo a partir del renacimiento. Al final se concluye que los códigos éticos no son definitivos y están en continuo cambio hacia mejor.

Contenido:

La escolástica medieval, confusión de conceptos.

Hacia el final de la Edad Media, los problemas éticos estaban estrechamente emparentados con la religiosidad y con las tradiciones judeocristiana y grecorromana. Prácticamente no se podía hacer distinción entre lo que era propiamente “moral” y lo que era “santo”. La moralidad se basaba en el supuesto de la existencia de un mandato divino y trascendente a los individuos.
 
Sin embargo esta confusión de conceptos no se debía al sincretismo propio de las primeras civilizaciones, puesto que los productos culturales humanos ya estaban plenamente diferenciados en este momento (algunos como las ciencias particulares todavía no). No, esta confusión obedecía a una amalgama artificiosa por parte de los Primeros Padres (la patrística) y desarrollada posteriormente por la Escolástica. A pesar de que se le debe mucho a los pensadores del medioevo, debemos decir que uno de sus mayores defectos fue el de no racionalizar la moralidad, o al menos no en el sentido científico y positivista que quisiéramos. Por muchas reflexiones y razonamientos que se hayan hecho durante esta época siempre contaron con el sesgo de la “revelación” cristiana que les impidió captar adecuadamente el problema de la moralidad. En realidad es un sesgo permanente que se sigue dando a día de hoy.

Pero ocurrió que durante el fin de la Edad Media se suceden una serie de eventos y aparecen ciertos pensadores que dan al traste con la visión religiosa y teocentrista de la moralidad. Conviene destacar tres eventos que desarrollaron al humanismo como forma de reflexión ética. Estos tres eventos están enumerados por Manuel García Morente en sus Lecciones preliminares de filosofía y son, a saber: el arribo de la imprenta y por lo tanto de la difusión de nuevas ideas más allá de los monopolios clericales, que desembocan en la fractura de la fe católica y el surgimiento de las sectas protestantes; los nuevos descubrimientos científicos que rompen con la cosmovisión promovida por la escolástica y que tenía como punto de partida la física aristotélica; y el descubrimiento de un nuevo continente con otras culturas que obligan al hombre europeo a darse cuenta que existen distintas visiones del mundo más allá de las eurocentristas. 

La imprenta, arribando justo a tiempo.

Cambió pues, el paradigma católico. Puesto que se pone en duda por primera vez la existencia de un poder superior único, y un tribunal divino, los hombres poco a poco se dan cuenta de la importancia del hombre mismo como individuo en la conformación de sus actitudes, y entre ellas, de sus actitudes morales. Esto constituye un avance importantísimo por parte de los humanistas del Renacimiento europeo. Creo que la moralidad no puede proceder de ninguna manera de un ente ajeno al agente que realiza los actos. La moralidad no es un código impuesto; si se diera ese caso, en el cual las actitudes se dan en función de una serie de reglas dadas, una moral así entraría en conflicto con la definición misma de la moralidad (al menos eso pensamos los hombres actuales después de mucho tiempo de reflexiones).

Entonces, a partir del Renacimiento se hace hincapié en que la moralidad responde más bien al razonamiento y reflexiones del ser humano como individuo, que el hombre mismo entienda que es lo bueno y que es lo malo en función de su experiencia individual.

Hacia la mitad del siglo XVII aparece Thomas Hobbes, filósofo inglés que escribe uno de los libros más duros, radicales y fríos hasta entonces escritos: El Leviathán (un libro que por cierto, a mis 26 años no encuentro en una edición en español).

La frase más reconocida y que resume el pensamiento de Hobbes es la siguiente: “el hombre es el lobo del hombre”. Para Hobbes, el hombre es un ser ruin y malvado por naturaleza, que sólo va en busca de su provecho personal, trata de hacer el mal a los demás y el bien únicamente a sí mismo. 

Hobbes, de ideas escalofriantes, pero no por ello falsas.

Ciertamente no existen razones para creer que estuviera equivocado, y que en realidad el hombre es una bestia no muy diferente de los demás animales. Los códigos morales son y deben ser aprendidos, razonado y reflexionados. No son innatos, al menos no en el sentido que los racionalistas creen.  Tampoco son trascendentes a los hombres, no tienen existencia “en sí” como los kantianos pretenden y mucho menos tienen origen divino como hasta el fin de la Edad Media se quería. Es así que el hombre, para evitar destruirse a sí mismo destruyendo a los demás, debe crear un contrato social, una serie de reglas, penalizaciones y jerarquías que provean a los humanos de un cierto grado de seguridad para poder vivir procurando cada quien sus intereses respectivos siempre subordinándose a un poder central encargado de procurar la paz a la fuerza (haciendo uso del monopolio legal de la violencia, característica del Estado descrita por Max Weber).

El pensamiento Hobbesiano constituye un importante avance que nos encamina a pensar que es el hombre mismo y no “el mandato divino” el creador de los códigos morales y de la moralidad como un ente en sí. Pero Hobbes omite un detalle que es abordado y desarrollado tanto por los empiristas ingleses como Locke y Hume, pero más profundamente por el alemán Emmanuel Kant y es, a saber el asunto de la libertad o libre albedrío.

Para que podamos considerar un acto cualquiera como completamente moral, debemos antes que nada ser capaces de hacernos responsables por nuestro propios actos, de razonar y ponderar cada cosa que hagamos, que definamos por nosotros mismos que es lo bueno y que es lo mano en razón de nuestras actividades individuales. Es este un importante aporte. La falla de Kant es conceder a la moralidad una realidad metafísica, una realidad en sí distinta a la de los fenómenos.

Para el siglo XIX los filósofos europeos sufren una especie de desencanto por los paradigmas existentes en todos los campos del saber humanos, incluyendo los de las actitudes éticas. Marx, Nietzche, Kierkegaard, entre otros no encuentran sentido a las actitudes morales. En algún momento de mi vida (mi adolescencia tardía y los primeros años de mi vida adulta) estuve acuerdo con el pensamiento Nietzcheano de que la moral es únicamente una “moral del rebaño” que existe únicamente con el fin de proteger a los débiles.

Nietzche decía que el hombre debe hacer caso omiso de esta moralidad y simplemente deberse a sí mismo, hacer todo lo que quiera con el objeto de perseguir sus metas y llegar a convertirse en el “superhombre”. Mi opinión actual es que esta es una postura sumamente individualista que se salta las reglas del juego (el contrato social) y que por lo tanto invalida todos los logros que un hombre que se comportara así lograría. Sería un estado de pragmatismo puro, de ambición ciega y de inconciencia. Lamentablente ese estado pragmático es el que vemos actualmente como bandera de comportamiento del mexicano (¿y del hombre en general?) actual.

Tan opuestos uno del otro, pero todos los cultosos los aman (¿amamos?)

El comportarse de acuerdo a una moral personal es por lo tanto, inadecuado. La moral se basa en la cooperación, en la adecuación de los fines personales a los fines colectivos. Estoy de acuerdo con los utilitaristas y su frase “el bien para el mayor número”, pero hasta ahí. Los utilitaristas también llegan a extremos como el que comenta C.L. Ten en su ensayo “Crimen y Castigo” (y que ya comenté en un post anterior). Todavía falta mucho que aprender respecto a la moralidad. Todavía falta la última palabra, la Moral Definitiva no existe aun. Sin embargo, desde el fin de la Edad Media a la actualidad hemos logrado un importante avance. 

1 comment:

Anonymous said...

Te felicito, haces un buen trabajo de documentación. Sólo haría falta para que tus ensayos sean redondos ahondar un poco más en tu punto de vista. Se nota cuál es y a donde quieres llegar, y estás adecuadamente respaldado por las referencias que haces, pero haría falta que detallaras más lo que TU piensas al respecto.